De nuevo, otro año, al servicio de Nuestra Señora:
La oportunidad de ser de nuevo Sargentos , no creíamos ninguno
que se podría repetir tan pronto, pero este año debido lamentablemente,
a los problemas de salud de Juan, que iba a ser el
capitán en 2008, extraordinariamente pudo ser, por lo cual
y con mas motivo, hemos intentado hacerlo de la forma mas
honrosa posible en su nombre y para su pronta recuperación,
como así hemos querido demostrar con orgullo a su hijo Juan
Manuel que ha sido nuestro bandera.
Más o menos el mismo equipo de 2.004, aunque con faltas
muy significativas, comenzábamos de nuevo los ensayos, en
esta ocasión en la nave de Cota, y desde el primer momento
ya se noto la responsabilidad del servicio a Nuestra Virgen,
todos hemos querido hacerlo de la forma mas precisa desde
el comienzo, sacrificios, nervios, repeticiones, y al cargo
de todo y siempre en la sombra, así lo ha querido él, Agustín
Simal, cumpliendo con las funciones de maestro y demostrando
su paciencia en todo momento, al que agradecemos especialmente
todo su trabajo y dedicación, así como a todos los que han
colaborado con nosotros.
Los momentos vividos han sido diferentes a la vez pasada,
pero no menos intensos, desde que te vistes en casa, hasta
que te encuentras con los compañeros, desde que nos posicionamos
a la salida, los sables, el traje, la Imagen, el sol en
la cara, el olor a romero, los sonidos, la emoción del comienzo
y sobre todo el día Grande de la Romería donde es
difícil contener a cada paso la emoción, que se ve incrementada
si cabe cuando vas recorriendo las calles de nuestro pueblo,
y sobre todo las caras de los que viven o sienten algo por
el.
La
experiencia es difícil de explicar si no se siente, esa
unión con tu pueblo y sobre todo, esa especial conexión
con Nuestra Virgen en esos tan diversos momentos, cada instante
queda ya grabado en la retina para llevarlo contigo en tu
vida, hasta en el momento más difícil de la misma. Tampoco
te sale el pedirle nada porque estas satisfecho solo con
ir a su lado, con verla con volverte y mirar atrás, y sentirte
acompañado, con cambiar de esquina y con esperar de nuevo,
lo mismo de otros años que cada año se hace diferente porque
estar allí es suficiente.
De mis compañeros que decir, unos fuera de serie, algunos
de ellos amigos de siempre, hemos tenido la suerte de ir
juntos, y cada mirada cada gesto ha sido entendido por el
otro, es fácil, siempre hemos tenido ese vinculo común en
Nuestra Señora, y no hemos permitido que los diferentes
trabajos o avatares de la vida nos borren ni un pequeño
segundo de fidelidad a Ella. También conociendo más, a todos
los que hemos participado, hemos enriquecido y aumentado
nuestra amistad, incluso sin conocer demasiado a la persona,
se cree en ella por lo que hace, y por que ha decidido estar
allí, cumpliendo con su Virgen. Los mochilleres especial
mención, tan pequeños y sabiendo la importancia de lo que
hacen, ellos y sus padres siempre atentos a cualquier necesidad.
La familia es parte muy importante en estos días, sin su
apoyo y ayuda no sería fácil realizar este servicio, hermanos,
padres y esposas, siempre ayudando y preparando todo lo
necesario para que salga bien.
Creo que de nuevo ha resultado una experiencia emocionante
e inolvidable, que desde luego intentare repetir alguna
vez mas y espero tener a mi alrededor, a todos o la mayoría
de estos compañeros que me han enseñado de nuevo, que en
la vida hay muchas cosas, pero no tan importantes como la
amistad, el cariño a nuestro pueblo y a Nuestra Virgen de
la Natividad.
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