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No se pueden decir muchas cosas más que no se hayan ya dicho o escrito, cantado, recitado, rezado, suplicado o pensado sobre la Virgen de Méntrida, Berciana y Virgen Guapa. Todas ellas sentidas y dirigidas con todo el cariño posible hacia la Madre de todos los mentridanos, desde los momentos mas alegres o desde el momento mas triste y difícil, desde las situaciones mas opulentas a las mas humildes, desde el compromiso de servicio más activo al más aparentemente evadido. Todos y cada uno de los mentridanos jamás saben explicar a nadie que no sienta de esta forma el amor hacia su Virgen, el porque se desbordan los sentimientos justo en el momento que su silueta asoma, con los primeros rayos de sol del día 25 de Abril, por la puerta de nuestra Iglesia. Así pues no debo decir demasiado, para seguir oyendo los millones de palabras y pensamientos que desde hace tantos siglos se pueden escuchar en los campos de Méntrida, recitados, cantados, y tocados en honor de La Natividad. Lo que si os puedo ofrecer es este espacio en el que podéis plasmar todo aquello que sentís por Vuestra Virgen, y de esta forma quede constancia de algunas de las cosas que cada día se pueden escuchar en los campos de nuestro pueblo, en honor a Ella.

UN NUEVO LIBRO SOBRE NUESTRA PATRONA


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Desde la Hermandad de la Virgen nos proponemos este año poner de relieve dos acontecimientos históricos de los que se cumplen ahora su 350 aniversario: la culminación de las obras de reedificación de la Ermita y la realización de la Declaración Jurídica en la que se recogen testimonios sobre la aparición de la imagen de la Virgen en Berciana en 1270. Ambos acontecimientos tuvieron lugar el año 1653 y son de vital importancia para la historia de la devoción de Méntrida a su Patrona y, por consiguiente, para la Hermandad.

Nuestra intención no es otra que realzar aquellos aspectos en los que se asientan nuestras ancestrales tradiciones, de modo que la devoción a Nuestra Señora de la Natividad sea expresión viva de la herencia recibida de nuestros antepasados. El afianzamiento de la especial devoción de Méntrida y los mentridanos por su Patrona no debe ni puede olvidar las raíces históricas en que se sustenta. De ahí la importancia de transmitir a las generaciones futuras el origen y la evolución de cuantas manifestaciones religiosas y culturales han ido fraguando en la tradición que, siglo a siglo, hemos heredado de nuestros mayores.

Ello explica el interés de la Hermandad, al que se ha sumado nuestro Ayuntamiento, en la edición del libro que vamos a publicar, con el fin de divulgar los datos más importantes sobre los dos acontecimientos de los que se cumplen este año su 350 aniversario. Por una parte, una explicación detallada de nuestra Ermita de la Virgen, morada permanente de nuestra Patrona y lugar de encuentro de sus devotos. Por otra parte, la Declaración Jurídica, documento que aglutina la tradición oral transmitida desde 1270 referida a la aparición de la imagen de la Virgen al cabrero Pablo Tardío en el Monte de Berciana.

Esperamos y confiamos que esta iniciativa cumpla con su objetivo y redunde en un mayor aprecio por nuestro patrimonio religioso y cultural, proporcionando a los lectores de este modesto libro la información esencial para conocer, con la profundidad necesaria, algunos de los datos más sustanciales de nuestra ancestral devoción a la Virgen de la Natividad y de las tradiciones que el rastro de la historia han ido aportando las generaciones pasadas desde los remotos tiempos medievales hasta nuestros días.

Jesús García Cuesta, Párroco-Capellán
Juan Manuel Magán García, Secretario



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El día de su nombramiento como Alcaldesa.




PREGÓN DEL DÍA 24/04/2004

VÍSPERA DEL DÍA DE SAN MARCOS

 

Vecinos de Méntrida:

         Quiero empezar agradeciendo a todos el honor que me hacéis, de ser yo el encargado de anunciaros el comienzo de la Fiestas de Nuestra Patrona la Virgen de la Natividad.

         En los primeros días del mes de Enero, recibí una llamada del Presidente en representación de la Hermandad de Nuestra Virgen en la que me ofreció tal honor de decir el Pregón.

         No dudé ni un momento en decir que sí, pensando que una vez más iba a prestar mi pequeña colaboración; en este caso anunciando las Fiestas más importantes para cualquier Mentridano – SAN MARCOS, en las que conmemoramos la Aparición de Nuestra Santísima Virgen de la Natividad.

 Eran los comienzos de los preparativos para tan gran acontecimiento.

         Todo el pueblo en mayor o menor medida empezaba a sentir, ya, ese cosquilleo para que no falle nada.

         Las familias de los danzantes, las de los sargentos, bandera y mochilleres, todos juntos empiezan los preparativos y conversaciones.

         También con aquellos que participan en la (VISPERA CULTURAL), en los días previos al GRAN DIA.

En los senos de las familias, ya se va hablando de los dulces a preparar, que junto con nuestros vinos tratamos de agasajar a nuestros invitados y a todos aquellos que acuden a nuestro pueblo, porque los Mentridanos capitaneamos por nuestra Patrona, somos muy hospitalarios, y  la  muestra está, con qué facilidad se integran en nuestras costumbres y tradiciones, participando junto a los nuestros sin ningún tipo de distinción; delante de Nuestra Madre, la Reina de los Cielos.

                                                       

Qué  fiestas tan alegres, qué fiestas tan bonitas, las calles se llenan de colores, con sus banderas, sus arcos de flores y tomillo, esperando el paso de la Virgen, para honrarla y venerarla.

                                                  

En el cincuentenario, de aquella salida tan famosa de Nuestra Virgen a Toledo, llevada por nuestros padres y abuelos, en la que, la pusieron el sobrenombre de   LA VIRGEN GUAPA, y es que no es para menos, vamos a celebrar y a vivir todos juntos con mayor alegría si cabe, nuestras Fiestas de San Marcos, únicas para todos nosotros desde el recién nacido al más anciano.

                                                       

Este año, es muy especial para mí y para mi familia, pues tengo a mis hijos y mi nieto, que sirven en el grupo de la mayordomía a Nuestra Virgen Guapa, con esa ilusión y ese cariño, que todo Mentridano siente.

Ni que decir tiene, lo contentos y alegres que estamos, pues es la primera vez que en mi casa ocurre, y nos unimos a la alegría y la suerte, que tantos hogares de Méntrida tienen y han tenido.

Ese trabajo adicional, que todas las madres y abuelas hacen con tanto cariño, preparando los atuendos, para que los luzcan, unos bailando, otro bandeando y otros dando escolta a la Reina y Madre Nuestra, que todo se lo merece.

                                                       

Yo también sentí esa emoción de servir a Nuestra Virgen, junto a un grupo de grandes hombres y mujeres, que realizan una labor, que muchas veces no se aprecia, pero, es la que hace que en estos días de tanta fiesta y alegría, todo salga lo mejor posible, que no falte detalle alguno, que por pequeño que sea, todos son muy importantes, bajo la dirección de nuestro párroco D. Jesús, al que felicito en su 25 aniversario en esta Parroquia.     

Estuve 6 años, 3 como Secretario y 3 como Presidente, en esta Junta Rectora, y de verdad os  digo que las satisfacciones y alegrías que me llevé, anulan los pequeños esfuerzos que hice.

Fueron muchas, pero hay una que superó a todas, fue, aquel día, que tuve en mis brazos la talla de la Imagen de Nuestra Virgen, para llevarla a la restauradora.

Lo que yo sentí al cogerla, no hay palabras, para expresar aquel momento.

                                                       

Queridos paisanos, desde aquí animo a todo aquél, que de alguna forma no haya participado, a que lo haga, pues es obligación nuestra, de todos nosotros, mantener nuestras raíces, costumbres y este patrimonio tan bonito, que nuestros antepasados nos dejaron; desde aquél 25 de Abril de 1.270; han pasado muchos años, aquél día tan afortunado para los Mentridanos, pero el tiempo no cuenta; pues en Méntrida se nace, con ese deber y esa devoción que todos tenemos a Nuestra Virgen Santísima, a la que acudimos en nuestros momentos de angustia o de alegría y siempre que necesitamos hablar o contar algo, porque sabemos que ella nos escucha y nos quiere Como Hijos suyos que somos.

                                                      

Por lo tanto, mañana es el día grande para todos los Mentridanos, en la cita obligada, que todos tratamos de cumplir.

También, para aquellos que a nuestra Villa llegaron y sus hogares formaron.

Todos juntos acompañando a Nuestra Excelsa Patrona, la Virgen de la Natividad, al sonido de las cornetas, dulzainas, paloteas y redoble de tambores, escoltada por sus sargentos y por delante con sus incansables danzantes (no sin antes recordar, aquellos que no nos pueden acompañar) caminaremos al Monte de Berciana y allí revivir aquél día tan especial para nosotros, en el que María Santísima se apareció.  

Y una vez que Nuestra querida y venerada Imagen de la Natividad entre en el interior de su Ermita de Berciana; entre rezos, cánticos y sollozos, sus hijos los Mentridanos haremos realidad todos nuestros deseos.

Y para completar el día como buenos romeros que somos, no faltarán, nuestros tradicionales RANCHOS, donde reunidos con nuestros familiares y amigos que nos acompañen, degustaremos de las célebres tortillas y el típico asado, y como no, nuestros dulces y vino rancio. Y pasaremos una jornada muy especial, para que cuando lleguen las 7 de la tarde, acompañando a Nuestra MADRE en su regreso, volvamos felices y contentos, con el voto  y el deber cumplido que nuestros antepasados nos dejaron.

                                                                 

Finalmente quiero despedirme, deseando a todos una Feliz Fiesta y decir todos conmigo:

 

¡VIVA NUESTRA MADRE

 

LA VIRGEN

 

DE LA NATIVIDAD!

 

 

Enrique Gutiérrez Fernández

 

 
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Nueva Junta Rectora de la Hermandad. Año 2003.




Junta Rectora de la Hermandad:

Capellán: Jesús García Cuesta.

Hermano Mayor: Miguel María Sánchez Cruchet

Primer Mayordomo: Vidal González Medina.

Mayordomo de Cuentas: Florentino Martín López.

Secretario: Juan Manuel Magán García.

Vocales:, José Miguel Torres Rodríguez,
Andrés Herradón Tejedor, Ismael Montero Romo,
José Manuel Lozano Herránz, Diego Coca Fernández,
Julio Mayoral Tejedor
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Grupo de Camareras 2.003




Grupo de Camareras 2.003:

Camarera Mayor: Rosario Moral Ávila.

Camareras: Mercedes López Aragón, Rosario León Lozano.

Paloma Martín Ávila y Rosa María Martín Fernández.




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Grupo de Danzantes,2.003.




Grupo de Danzantes del año 2003

Alcalde de la danza: Luis Lozano Fernández.

Músicos: Francisco Sastre Fernández, Carlos Sastre Fernández.

Danzantes :

David Villamiel García-Mora, Rubén Lozano García, Sergio Gutiérrez Sánchez, Sergio Elorza Martín, Esteban León Jiménez, Benjamín Franco Jiménez, Eugenio Moral Tolsada, Alberto Coca González.
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Grupo de Mayordomia,2.003




Grupo de Mayordomía del año 2003

Maestro: Gabino López González.

Capitán: Jesús Herradón Fernández.

Alférez Abanderado: Agustín Simal Ávila.

Mochilleres: Raúl Herradón Pascual y Jesús Hernández González.

Cornetas: Gabriel Muñoz Simal y Oliver Quintana Rodríguez.

Tambores: David Arellano Mora y Miguel Ángel González Sánchez.

Sargentos: Ignacio Herradón Fernández, Luis Miguel Hernández Jurado, José Miguel Muñoz Simal, José Antonio González Sánchez, Juan Manuel Franco Carrasco, José Ignacio Prado Juzgado, Lorenzo Casares Juzgado, Diego Maganto Franco, Daniel Martín Rubio y Fernando Castro López.

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LA RESTAURACION DE LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DE LA NATIVIDAD (Tomado del Programa de las Fiestas Patronales de Méntrida Abril de 2002)

Como es sabido, la antigua imagen de la Virgen de la Natividad fue quemada el día 16 de agosto de 1936, al comienzo de la Guerra Civil. Dos años después, una nueva talla, obra del tala- verano José Gallego, sustituyó a la destrozada, siendo venerada como Patrona de la Villa hasta 1950, año en que se decidió la ejecución de la actual imagen. Lamentablemente, la imagen de 1938 fue robada del Cementerio, en cuya capilla ha estado depositada en los últimos tiempos, durante la noche del 25 al 26 de agosto de 1998. La nueva imagen, obra de Juan José García de Arce, bendecida solemnemente el día 24 de abril de 1950, es una hermosísima talla de bulto redondo, de 71 centímetros de alto, dispuesta sobre una peana de 23 centímetros. Posee brazos articulados y está tallada en madera de aliso, salvo la cabeza y las manos, realizados en madera de boj. Representa la imagen de María 1nmaculada, en actitud orante, sobre una nube. Toda ella está policromada. Esta escultura ha sido sometida a tres procesos de restauración, desde su realización hasta nuestros días. La causa, la aparición de algunas grietas en distintas zonas de la talla, principal- mente en su cabeza. Así, las primeras fisuras, detectadas inmediatamente después de su elaboración, fueron objeto de una restauración ejecutada en el taller del propio artífice, Juan José García de Arce, en 1955. Esta primera intervención apenas afectó a la policromía de la talla. Años más tarde, la Junta Rectora de la Hermandad apuntará a varias ocasiones la necesidad de acometer una nueva restauración, dado que las grietas vuelven a hacer su aparición, como consecuencia de la merma de la madera. Sin embargo, no será hasta 1977 cuando se lleve a cabo la necesaria reparación de tan pertinaces fisuras, seleccionando para tan delicado trabajo el prestigioso taller de Granda. La segunda intervención merece ser analizada con mayor detenimiento, por cuanto su resultado no sólo no resolvió el problema de las fisuras de la talla, sino que además contribuyó de manera sumamente desacertada a desfigurar la primitiva policromía y semblante de la imagen. El rostro y las manos de la escultura sufrieron un repinte que alteró el primer semblante de la Virgen, ¡ con manifiesto desagrado y desazón de los devotos de Nuestra Señora. Tanto el rostro como las manos quedaron extremadamente blanquecinos; los rasgos faciales perdieron su aspecto original, resaltando de modo exagerado la coloración de los labios y de las mejillas. Con el paso del tiempo, las imperfecciones y desaciertos de la polémica restauración de 1977 fueron ocasionando un paulatino deterioro de la imagen, patente no sólo en las partes expuestas de la misma, sino también en las que quedan cubiertas al revestir la talla. La situación llegó a tal extremo que, por acuerdo de la Junta Rectora, se encargó a principios del presente año un informe técnico para definir las actuaciones pertinentes para devolver a la imagen su policromía original, así como para resolver en la medida de lo posible los problemas planteados con la reparación de las mencionadas grietas en la talla. analizado el referido informe técnico, y dada la trascendencia de la decisión, se acordó someter al refrendo del Cabildo General la oportunidad de acometer la necesaria restauración en profundidad de la escultura. La Asamblea General Extraordinaria se llevó a cabo el pasado 2 de febrero, acordándose por unanimidad que dicha restauración se confiara a la Restauradora de Arte María Luz Vaillo García, especialista de reconocido prestigio, previo el preceptivo informe favorable del Secretario Diocesano del Patrimonio Histórico-Artístico y Cultural de Toledo. Las actuaciones de la restauración de la imagen se efectuaron en el madrileño taller de la citada María Luz Vaillo García, entre los días 16 de febrero y 11 de marzo. En su informe final se detallan los trabajos realizados, que en resumen han consistido en: Sellado y consolidado de las grietas, con una resina sintética expansiva que, al solidificar, rellena y se ajusta a todas las fisuras internas que no pueden ser apreciadas desde el exterior. Dichas grietas se han soldado de forma que tarden lo más posible en reaparecer, ya que no se puede garantizar su total desaparición. Eliminación del repinte general que cubría cara y manos, dejando al descubierto la policromía original. Este repinte realizado de forma desafortunada, tanto por el material oleoso empleado como por la tonalidad escogida para la carnación, ha sido eliminado de forma mecánica, por ser este el sistema menos perjudicial para la policromía original. La policromía aparecida presentaba buen grado de conservación en la parte central de la cara (frente, cejas, ojos, nariz y boca) y peor estado en zonas laterales de las mejillas y cuello, partes por donde transcurre la encoladura de la mascarilla, zona en la que aparecía de forma persistente la grieta más preocupante. Limpieza de la policromía original, mediante el estucado de todas las faltas, para poder realizar la siguiente operación de retoque. Reintegración cromática, igualando el color con el resto de la policromía, únicamente donde ésta faltaba. Realizada mediante técnica reversible, con el fin de que permita su mejor eliminación en caso de ser necesario en un futuro. La consolidación, relleno y estucado de grietas se refiere tanto a las de la cada como a las del resto de la talla: cuerpo, nube y peana. Protección final de toda la imagen, con el fin de que no se produzcan deterioros añadidos. Esta postrer restauración, que por el momento cuenta con el parabién de numerosos devotos de la Virgen, se ha plantado no sólo para frenar el gran deterioro que padecía la talla, sino también con el fin de devolver a la imagen su primitivo semblante. De ahí que, incluso en lo referente a los usos de llevar a cabo su revestimiento, se haya pretendido devolverla el aspecto que originariamente presentaba nuestra Virgen en 1950. Por otra parte, siguiendo las recomendaciones de la Restauradora de Arte, la Junta Rectora y el Grupo de Camareras han adoptado las medidas pertinentes para garantizar la mayor perdurabilidad de los trabajos de restauración realizados, no sólo en cuanto a la limpieza de la talla, sino también en todo lo referido a la restricción de ador- nos directamente en contacto con la misma. Esperamos que la obra realizada sea del agrado y satisfacción de los devotos de la Virgen de la Natividad. Nuestra obligación, como herederos del patrimonio artístico, cultural y religioso legado por nuestros mayores, es contribuir en la medida de lo posible a mantenerlo en su mayor pureza e integridad. Esperamos y deseamos fervientemente haber atinado en las decisiones tomadas y en las acciones realizadas.

Jesús García Cuesta. Párroco y Capellán

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Imagen antes y después de su restauración cromática.






RELATO DEL APARECIMIENTO DE NUESTRA SEÑORA EN BERCIANA, SEGÚN DON BRAULIO GÓMEZ, EN 1284.

(Tomado del libro “NUESTRA SEÑORA DE LA NATIVIDAD, PATRONA DE LA VILLA DE MÉNTRIDA" de Jesús García Cuesta)

Primera aparición en abril de 1270.

Vive este año de mil doscientos ochenta y cuatro del nacimiento de Nuestro Señor y Redentor Jesucris­to en este Lugar de Méntrida, un hombre de sesenta años, Pablo Tardío llamado. Empleábase éste en guardar cabras, a las que pastoreaba para la conservación de su vida, en los montes y dehesas de esta población de Méntrida cercanas; siempre que entraba con sus cabras en la dehesa de Berciana, sentía en su corazón no sé qué misteriosa novedad, que ya le causaba alegrías y ya le infundía temores; y esto le acaecía con mayor fuerza los sábados, pues en todos, por espacio de más de diez años, hacia un pequeño cerro, que está a la otra banda del arroyo, unas veces oía música que le alegraba; otras veces estruendos que le atemorizaban; por las noches advertía muchas candelillas encendidas que circundaban el pequeño cerro. Juzgaba este pastor que era ilusión de sus sentidos o patrañas del enemigo, y así no hacía caso de ello, antes bien se encomendaba a Dios y a su Madre Santísima por medio de sus oraciones.

Un día que se aumentaba la música sintió en sí el pastor Pablo Tardío impulso superior de subir a la pequeña cumbre, para saber cual fuese la causa de tanto sonoro instrumento. Púsose muy de veras en Dios, y con humildad y temor comenzó hacia la cumbre a caminar, y al lle­gar a ella, vio, advirtió y registró que estaba patente y al descubierto la Reina soberana de los cielos y tierra María Santísima Señora Nuestra, a quien servía de alfombra el tronco pequeño de una cortada encina, estando María Santísima colocada sobre él, como sobre un trono de zafir. Al ver tal prodigio, quedóse el pastor lleno de temor, admiración y espanto. Admirábase de la hermosura y belleza con que la soberana Señora resplandecía y brillaba; causábale terror y espanto lo nuevo y peregrino de suceso tan elevado, como de sus ojos nunca visto ni aun de su entendimiento imaginado. Enajenados los sentidos, no acertaba ni a hablar; y embarazadas las potencias con visión tan prodigiosa, no podía discurrir en lo que había de ejecutar. Arrojóse humilde y reverente al suelo, adorando y besando la tierra, que pisaba tan soberana como prodigiosa Reina.

Estando Pablo Tardío postrado en el suelo, se dignó María Santísima a hablarle de este modo: Anda, Pablo, a Méntrida, da cuenta de lo que estás viendo. De mi parte diles a los sacerdotes y justicia que vengan con reverente procesión a este sitio y saquen una imagen mía, que está aquí oculta, para que la lleven a colocar a su iglesia, pues quiero enriquecerlos con ella, y de los peligros y ahogos sa­carlos y libertarlos.

Alentado el pastor Pablo Tardío con estas dulcísimas palabras de María Santísima, se levantó de la tierra y, puesto de rodillas, cándido y sencillo, la respondió de este modo: Señora, con mucha voluntad iré a Méntrida a dar tan grande nueva, haciendo lo que me mandas; pero no hay quien me guarde mis cabras, y se me perderán mientras voy y vengo. A este temor de Pablo Tardío, satisfizo la clementísima Reina diciendo: No temas que tus cabras se pierdan, yo seré pas­tora de ellas, ejecuta lo que te mando, que tu ganado a mi cargo queda.

Comunicación a los sacerdotes y justicia de Méntrida.

Obedeció el pastor a lo que la soberana Reina le mandaba y, dejando sus cabras, sin más réplica, corrió a Méntrida con acelerado paso; apenas entró en este lugar, cuando comenzó a dar voces comunicando el maravilloso suce­so. Llegó al teniente cura, que se llamaba Fortunato Vidal, intimóle la comisión que traía, y el cura, no dándole crédi­to, comenzó a reírse del pastor; instaba éste en su demanda; juntóse la justicia, Lope Rodríguez y Faustino Gómez; llegó­se Antonio Moreno, padre de Misa, a todos declaraba Pablo Tardío el suceso y lo que les mandaba la Reina soberana de cielo y tierra, que quedaba en la dehesa de Berciana, y que fuesen a sacar su soberana imagen, que estaba allí escondi­da. Ninguno de ellos, como de otros muchos que a la novedad se juntaron, quisieron creer al pastor, antes bien, hicieron de él burla y, de lo que decía, ningún aprecio. Tratáronle de fatuo, tonto y novelero, y que como tal venía a engañar al pueblo con aquella fantasía, que había soñado, que se vol­viese a sus cabras a contarlas aquellas locuras y patrañas, y si no, que le pondrían como loco preso en una cadena.

Vióse el pastor Pablo Tardío no creído; conoció que a sus palabras no le habían dado asenso; camina presuroso a la dehesa de Berciana lleno de penas y sentimientos. Llegó al sitio en donde se le había aparecido la sacrosanta Reina y suprema Señora María Santísima; no la encuentra, ni con sus ojos la registra; y aquí creció más su dolor y tormento. Buscó con cuidado a la divina Señora; vuelve y revuelve el tronco cortado de la encina, y como no hallaba señal ni noticia, comenzó a llorar amargamente, y lleno de notable desconsuelo, se retiró a su cabaña, en donde halló todas sus cabras recogidas. Pasó toda la noche rezando y llorando; ya se consideraba indigno de que tan alta Señora en aquel sitio y lugar le esperara; ya atribuía a sus culpas la ausencia de la Reina del cielo y tierra; ya dudaba si había sido verdad o fantasía lo que le había sucedido. Inclinábase, unas veces, a que había sido ilusión y engaño de sus sentidos, y que así, con razón, había sido despreciado y no creído; otras veces, le persuadía a que lo creyese por verdad y lo tuviese por cierto, una interior confianza en Dios y un superior impulso que le certificaba haber sido la visión cierta y verdadera. Así estuvo el pastor toda la noche, luchando con estas dudas, de pena, dolor, lágrimas y sentimientos acompañadas.

Nueva aparición en 25 de abril, con entrega de señal.

Comenzó a desabrochar botones de perlas el alba, y el pastor, de humilde confianza lleno, salió de su cabaña o choza; enderezó sus pasos a la pequeña cumbre de la dehesa y, al descubrir el tronco cortado de la encina, registróle florido y fecundo con la imagen sacrosanta de María Santísima, de la misma forma que antes se le había apareci­do; consolóse muchísimo el afligido pastor, y postrado en tierra, la refirió lo que le había pasado en Méntrida. Se­ñora, no me quieren creer; responden a lo que les dije de orden tuya, que es sueño, fantasía y mentira levantada de mi cabeza; que soy un tonto y que no se debe hacer caso de mi dicho. A estas palabras se dignó la Purísima Virgen respon­derle: Toma esta carta, vuelve con ella a Méntrida, entré­gala por señal, que a ella darán fe, y a todo lo que has dicho entero asenso y creencia. Levantóse el pastor del suelo y, recibiendo con suma reverencia y acatamiento la carta de mano de Nuestra Señora, caminaba presuroso con ella a Méntrida; pero, al dar vista al lugar, le salieron los demonios en varias y horribles figuras al encuentro; procu­raron detenerle y le instaban a que atrás volviese; pero como no pudieron, con golpes y empellones le maltrataron.

Apenas le vieron las gentes, cuando comenza­ron a hablar unas con otras: allí vuelve el tonto y sobre tonto, porfiado; ello es sueño, y si no es sueño, está loco. ¿Hay mayor delirio, pues nos quiere persuadir de una cosa tan difícil de creer? ¡Ahora estuviera la Virgen María es­condida en Berciana!. Pero el pastor, con claras voces, prorrumpió en estas palabras: ¡Ea!, seño­res, ya me creerán lo que ayer, de parte de la Señora Reina María Santísima les dije. Ahora me vuelve a enviar para que den crédito a lo que les digo, que vayan a Berciana a sacar y descubrir una ima­gen suya que está escondida; y, para que sepan que es cierto y verdad lo que les refiero, tomen esta carta, que es la señal que me ha dado, para que os la entregue. Tomó el cura la carta y, habiéndola leído delante de todos, ya de temor, ya de alegría y regocijo se quedaron como absortos y pasma­dos, mirándose unos a otros. Luego que se recobraron de la admiración, que les causaba tan prodigiosa novedad, se pos­traron en tierra, dando gracias a la Reina y Señora María Santísima. Dieron al pastor entero crédito; besaban y vene­raban la carta como cosa bajada del cielo, y cada vez que esto ejecutaban, sentían en sus corazones júbilos y conten­tos. Divulgaron el prodigio por todos los lugares circunve­cinos, para que todos fuesen participantes de tan admirable portento.

El pueblo camina a Berciana al encuentro de la Imagen

Ordenóse luego al punto una devota y arreglada procesión de los sacerdotes, justicia y plebe compuesta y, cantando la letanía de Nuestra Señora, caminaron presurosos, (aunque en orden puestos), del pastor Pablo Tardío guiados, a la dichosa dehesa de Berciana. Llegaron al sitio y tronco cortado de la encina, pusiéronse todos de rodillas, derramando tiernas lágrimas y afectuosas súplicas. Luego, cavaron con mucha reverencia a la misma raíz del cortado tronco de la encina y, a poca diligencia, hallaron una arquita de madera; sacáronla de la tierra, diciendo en altas voces: Aquí esta la imagen de Nuestra Señora, aquí está el tesoro que buscamos, y aquí está la efigie de Nuestra soberana Reina.

Abrieron la feliz arquita los dos sacerdotes, y vieron, ¡oh maravilla y prodigio!, dentro de ella, a esta nuestra poderosa y sacrosanta imagen de María Santísima, quien de su divino rostro despedía tantas luces y resplandores, que a todos causó admiraciones. Y exhalaba tan subidos olores y fragancias, que a todos inundaron de tantos consuelos, que pasaron algunos de los circunstantes a quedarse absortos, pues, ni el olfato podía sufrir tanta abundancia de suavidades, ni los ojos tolerar tanta copia de luces como salían de la imagen de Nuestra Señora.

Estaba vestida la soberana imagen de Nuestra Señora con una camisita de antiquísimo lienzo, su juboncito antiguo de damasco, al parecer azul, del cual pendía una basquiña o saya de la misma tela, sin más adorno que una franja negra, cairelada, en la parte inferior, cuyo vestido hoy le tiene puesto; y me dicen todos haber intentado quitársele para ponerle otro, y no haber podido. Es más largo que la sacrosanta imagen, e ignoro el misterio.

Extendió el cura la mano a la sacrosanta imagen de Nuestra Señora, sacóla del arca, y enseñóla a la gente, que ya por verla se atropellaban unos a otros impacientes; pero, al verla en las manos del cura, todos se pusieron de rodillas, venerando a María Santísima en su imagen aparecida; lloraban de puro alegres y, más con lágrimas que con palabras, la daban gracias infinitas. Volvieron luego la soberana imagen a su arquita y, cogiéndola el cura entre los brazos, la trajeron en procesión a Méntrida. Colocáronla, metida en el arca, en el altar grande de la iglesia, en donde hoy se venera con mucha devoción, no sólo de todos los vecinos de este pueblo de Méntrida, sino también de otros lugares circunstantes y distantes, que vienen cada día a hacerla fiestas, a tributarla cultos y veneraciones y a pedirla en sus necesidades remedio, con quienes ha hecho muchos milagros .

Vida y muerte del pastor Pablo Tardío

Extendíase en su fundación este pequeño lugar de Méntrida, pues ahora consta de cincuenta pobladores, el año de mil doscientos y setenta, que hace ahora catorce años, cuando usando el misericordioso Dios de su infinita, y María Santísima Señora Nuestra de su soberana clemencia con este pueblo, se dignó aparecerse al pastor Pablo Tardío en la dehesa de Berciana, para que sacasen a esta su sobera­na imagen, que estaba oculta y escondida.

Era Pablo Tardío (así describe don Braulio la vida del pastor un año después de haber muerto), a quien se apareció la Soberana Reina María Santísima cuando fincó en la muerte un hombre de noventa y seis años, e desde niño hacía pastor de cabras. Era un hombre de mucha virtud, e quien se decía nunca haber fecho simproes, ni tuertos a alguien. Nunca fue casado, ni se hacía mención haber conocido mujer. Era mucho inocente, e sencillo e siempre cuidó de cabras hasta que plugó a Dios se nos descubriese esta figura de Nuestra Señora, que nos hace muchas mercedes, que desde entonces vendió las cabras e se hizo todo a servir a Nuestra Señora e Reina en esta su Imagen aparecida en Berciana, demandando limosna para alumbrarla. Fizo una choza en el terreno donde se le apareció la Virgen, de donde sacaron la Sacrosanta Imagen de nuestra Reina, e iba allá a rezar todos los días.

Traté por el tiempo de diez años con mucha mesura a este pastor, que en sus hablas nunca hablaba de otra cosa que del aparecimiento de Nuestra Señora, e de esta su milagrosa Figura, e siempre lloraba. Finó en la muerte este año de noventa y tres, día ocho de septiembre, veinte y tres años después del aparecimiento de Nuestra Señora en Berciana; fue su muerte como su vida, e le ente­rré junto al Altar de la Virgen Aparecida, que tenemos en esta Iglesia de Méntrida colocada, de toda esta pequeña población venerada e de todo el contorno reverenciada e estimada.



Escrito por D.Jesús García Cuesta,Parroco,Capellán de Méntrida.

Gracias por su trabajo y por la dedicación durante tantos años al estudio de la historia de Nuestra Virgen.

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Antigua Imagen de la Virgen de la Natividad
que se venera en su ermita



LA CELEBRACIÓN DE LA NATIVIDAD DE MARÍA EN MÉNTRIDA



Desde muy antiguo la iglesia universal celebra con gran solemnidad el nacimiento de la Virgen el 8 de septiembre, siendo una de las fiestas más populares de la devoción mariana. La fiesta surgió en oriente, y con mucha probabilidad en Jerusalén, hacia el siglo V, junto a la Iglesia de Santa Ana en que se venera como el lugar donde nació la Madre de Dios.

El 8 de septiembre se puede llamar con toda propiedad el día de las patronas. Es el día de la Virgen por excelencia. Muchos de nuestros pueblos festejan a «La Virgen de septiembre», que no es otra que la Natividad de María, con una advocación particular: Guadalupe, Covadonga, Prado, Puerto, Poveda, Aurora, Natividad, etc.

En Méntrida podemos afirmar que fue siempre la primera y principal fiesta con título de patronazgo. A Santa María dedicaron nuestros antepasados el primer templo parroquial. Allí llevaron en 1270 la imagen aparecida en Berciana, llamando desde entonces a la Patrona Santa María de Berciana, y después Nuestra Señora de la Natividad, celebrándose siempre su fiesta el 8 de septiembre.

La advocación de Natividad, que sustituyó al toponímico, como sinónimo de nacimiento y aparición, es muy antiguo, sin que acertemos a dar razón documental del cuándo y por qué se produjo la permuta. Lo hallamos por primera vez en el testamento de un tal Rodrigo, muerto en 1542, obligando la celebración de diez misas a Ntra. Sra. de la Natividad.

Sea como fuere, la advocación de la Natividad es palabra muy nuestro pueblo, con celebración el 8 de septiembre y 25 de abril, fecha de su aparición en Berciana, festejada con tradicional romería. acertada, que evoca el feliz nacimiento de María y su gozosa presencia.

Bajo su advocación nacieron en Méntrida dos antiguas cofradías, que a lo largo de varios siglos fructificaron en copiosos logros sociales y espirituales. La primera, anterior a 1530, tenia a su cargo el Hospital, siendo también conocida con los nombres de "La Caridad" y "La General". En 1605 se le agrega la cofradía de San Sebastián, y dos años después se unifican ambas, con renovados estatutos, en los que se comprometen a que las fiestas del Nacimiento de la Virgen y de San Sebastián, patronos de la villa, se celebren con toda solemnidad. La otra cofradía de la Natividad llevaba aparejado el título de "Los Forasteros", con un amplio historial y numerosos asociados, como podemos verificar en un listado, en el que figuran más de un millar de cofrades. Ambas contribuyeron al realce de las fiestas patronales con sus peculiares aportaciones, dejándonos un rico patrimonio religioso, cultural y folklórico que aún perdura.

Cuando, a fines del siglo XIX, desaparecen estas cofradías, los mayordomos de fábrica de la Ermita de la Natividad asumen la responsabilidad de mantener las funciones propias de aquéllas, recayendo este cometido en la actual Hermandad de Ntra. Sra. de la Natividad, que surge en 1917, encargándose en lo sucesivo de conservar y acrecentar el espíritu de la devoción a María con sus costumbres tradicionales.

¿Cómo felicitaban nuestros antepasados a la Patrona en su natalicio? El ocho de septiembre era una fiesta muy especial en Méntrida; en su organización participaba todo el pueblo, particularmente las citadas cofradías, la mayordomía de la fábrica y cuatro comisarios, que tenían como tarea el compromiso de la música, pólvora y corrida de toros.

Los festejos se iniciaban en la tarde del día siete -según relato de Fray Luis de Solís en 1734- con el sonido de clarines, timbales y tambores que recorrían las calles, al tiempo que las campanas del templo parroquial y de las ermitas respondían con alborozado repique, convocando a los fieles a la iglesia, para dirigirse luego en procesión a la ermita en unión del clero, justicia y todas las cofradías con sus insignias, precedidos de músicos y cantores, además de sendos grupos de danzantes, uno de infantes vistosamente adornados, y otro de bizarros mancebos. Después de saludar a la Virgen con una salve cantada, los cuatro comisarios cogían la imagen sobre sus hombros, y bajo palio, era transportada, con toda la música, hasta la iglesia parroquial, para allí cantar las vísperas, rezar a coro el rosario, y despedirse cantando otra salve. Después, en la plaza grande, se participaba en variados entretenimientos y en vistosos fuegos artificiales.

En la madrugada del día ocho, los gaiteros, clarineros, chiriperos, tamborileros y bajonistas llenaban de alegría las calles de la villa con el sonido de sus instrumentos, felicitando a María en su natividad y, al mismo tiempo, despertando a los vecinos, que acudirán presurosos a la parroquia, a dar la enhorabuena a la Madre, a adorar al Santísimo Sacramento expuesto, a lavar sus conciencias en el sacramento de la Penitencia y asistir a la solemne misa mayor.

Por la tarde, después de cantar vísperas, los cuatro nuevos comisarios tomaban a la imagen en andas y, bajo palio, recorrían las calles del pueblo, acompañada de fieles, justicia, clero, cofradías, músicos y danzantes, que sin cesar bailaban ante la Patrona, conduciéndola hasta su ermita, para concluir allí los actos religiosos del día ocho. En ocasiones la hermandad contrataba a comediantes que con sus actuaciones hacían disfrutar a todo el vecindario.

Pero la fiesta continuará al día siguiente, con la corrida de toros, a cargo de la cofradía. De esta manera festejaba Méntrida su fiesta patronal. Hoy día mantiene básicamente la misma estructura celebrativa, aunque ha perdido cierto protagonismo de participación colectiva y de colorido en sus procesiones con la desaparición de sus danzantes y algún otro detalle. Son valores de nuestra rica herencia que hemos de recuperar. Con esa intención pusimos en los Estatutos de 1984, en su artículo 10, lo siguiente: ”Se invita a la Hermandad haga un generoso esfuerzo para recuperar el antiguo esplendor de las fiestas de septiembre, imitando en lo posible las viejas costumbres con que eran cele­bradas estas fiestas en Méntrida”.

De hecho, aquella invitación va siendo atendida. El año pasado participaron dos tamborileros y dos trompetistas, que se unieron el Capitán que porta la “bandera a guerra” y al Abanderado o Alférez que bandea la “bandera blanca” de la Hermandad, todos ataviados con sus respectivas vestimentas. Fue un primer paso, que resultó muy del agrado del público; el próximo podría ser la intervención de un grupo de danzantes mayores en las procesiones de septiembre, dejando el mes de abril para la actuación de los niños.

Esperamos que el año venidero sea una realidad la presencia de danzantes mayores en la fiesta d la natividad de la Virgen, pues venimos apreciando la ilusión que existe en algunos mayores interesados al respecto. A ellos y a cuantas personas deseen intervenir en el rescate de esta antigua tradición mentridana, la Junta Rectora los anima, y se ofrece para facilitarles todo lo que esté a su alcance.

Méntrida, agosto de 2002

Jesús García Cuesta Cura Párroco y Capellán de la Hermandad

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RESTAURACIÓN DEL ÓLEO SOBRE LIENZO QUE
REPRESENTA A LA ASUNCIÓN DE MARÍA A LOS CIELOS

La pintura es de autor desconocido. Posiblemente del siglo XVII.
Está situado en el Retablo Mayor de la Ermita de Nuestra Señora de la Natividad.
La restauración ha sido realizada en Septiembre de 2002 por la restauradora de Arte Dª. María Luz Vaillo García.

Colaboraciones y sugerencias:

colaboraciones@mentrida.com

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